diumenge, 5 de setembre del 2010

Oscar Wilde


La mayoría de la gente son otra gente. Sus pensamientos son la opinión de otros, sus vidas una imitación. Sus pasiones son una cita de otra persona.

A veces pienso que Dios creando al hombre
sobreestimó un poco su habilidad.


La tierra es un teatro,
pero tiene un reparto deplorable.


Discúlpeme, no le había reconocido:
he cambiado mucho.


Adoro los placeres sencillos;
son el último refugio de los hombres complicados.


Más veces descubrimos nuestra sabiduría
con nuestros disparates que con nuestra ilustración.


Detesto la vulgaridad del realismo en la literatura.
Al que es capaz de llamarle pala a una pala,
deberían obligarle a usar una. Es lo único para lo que sirve.


La mejor base para un matrimonio feliz es la mutua incomprensión.

Sólo los superficiales llegan a conocerse a sí mismos.

La moda es siempre un esperpento tal
que nos vemos obligados a cambiarla cada seis meses.


La razón de que todos seamos tan amigos de pensar bien de los demás,
es que todos tememos por nosotros mismos.
La base del optimismo es simplemente el miedo.


El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo invisible.

No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando.
Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres.
A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo.


La mejor manera de librarse de la tentación es caer en ella.

Hablan mucho de la belleza de la certidumbre
como si ignorasen la belleza sutil de la duda.
Creer es muy monótono; la duda es apasionante.


Cualquiera puede simpatizar con las penas de un amigo,
simpatizar con sus éxitos requiere una naturaleza delicadísima.


El cinismo consiste en ver las cosas como realmente son,
y no como se quiere que sean.