dissabte, 12 de desembre del 2009

F. Nietzsche

Yo no creería más que en un dios que supiese bailar.

Lo que nosotros reconocemos en un hombre, eso lo hacemos arder también en él.

La castidad es en algunos una virtud, pero en muchos es casi un vicio.

Muchas breves tonterías: eso se llama entre vosotros amor. Y vuestro matrimonio pone fin a muchas breves tonterías en la forma de una única y prolongada estupidez.

El hombre del conocimiento no solo tiene que saber amar a sus enemigos, tiene también que saber odiar a sus amigos.

Los remordimientos enseñan a morder.

¡Lo terrible no es la altura sino la pendiente!

No existen fenómenos morales, sino sólo una interpretación moral de los fenómenos.

La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con que jugaba cuando era niño.

En última instancia lo que amamos es nuestro deseo, no lo deseado.

Las personas que brindan su plena confianza creen por ello tener derecho a la nuestra. Es un error de razonamiento: los dones no dan derecho.

Artículo supremo: "Dios perdona a quien hace penitencia" — dicho claramente: a quien se somete al sacerdote.

...en el fondo no ha habido más que un cristiano y ése murió en la cruz.

La salvación del alma — dicho claramente: el mundo gira alrededor de mí...

Nadie puede juzgar el valor de la vida: unos porque están vivos (y por lo tanto no son imparciales) y otros por ... otro motivo.

El Hombre, en su orgullo, creó a Dios a su imagen y semejanza.

Los monos son demasiado buenos para que el hombre pueda descender de ellos.

No querer mortificar, no querer herir a nadie, puede ser lo mismo una muestra de justicia como de timidez.

Todo el que disfruta cree que lo que importa del árbol es el fruto, cuando en realidad es la semilla. He aquí la diferencia entre los que creen y los que disfrutan.

La única diferencia entre Dios y yo es que yo existo.