dimecres, 26 de desembre del 2012

Aspectes i personatges de Barcelona (1964) - Dir: Carles Barba

Ana Moura - Guarda-me a vida na Mão



Guarda-me a vida na mão
Guarda-me os olhos nos teus
Dentro desta solidão
Nem há presença de Deus
Como a queda dum sorriso
P’lo canto triste da boca
Neste vazio impreciso
Só a loucura me toca
Esperei por ti todas as horas
Frágil sombra olhando o cais
Mas mais triste que as demoras
É saber que não vens mais

Pandit Hariprasad Chaurasia - Pahadi Dhun


dimarts, 18 de desembre del 2012

dilluns, 17 de desembre del 2012

dijous, 13 de desembre del 2012

Sansho Dayu - Dir: Kenji Mizoguchi

dimecres, 12 de desembre del 2012

Pandit Jasraj - Bairagi Bhairav

Young Frankenstein - Dir: Mel Brooks

Nosferatu - Dir: Murnau


dimarts, 11 de desembre del 2012

Gonjasufi - Duet


diumenge, 9 de desembre del 2012

Krishnamurti - Sobre la Verdad - Gurús

La mayoría de ustedes tiene, probablemente, alguna clase de instructor, alguna clase de gurú, de guía, ya sea en los Himalayas o a la vuelta de la esquina. Ahora bien, ¿por qué lo necesitan? No lo necesitan, evidentemente, para propósitos materiales, a menos que les prometa un buen empleo para pasado mañana. Se presume, pues, que lo necesitan para fines psicológicos. ¿Por que? Lo necesitan, fundamentalmente, porque dicen: "Estoy confundido, no sé cómo vivir en este mundo, las cosas son demasiado contradictorias. Hay confusión, desdicha, muerte, las cosas declinan, degeneran, se desintegran; y yo necesito que alguien me aconseje qué debo hacer." ¿Acaso no es por eso que necesitan un gurú, que acuden a un gurú? Es obvio que sí. Estando confundidos, necesitan un instructor que los ayude a aclarar la confusión, o más bien, que los ayude a resolverla. Así pues, la necesidad de ustedes es psicológica. No consideran a su primer ministro como su gurú, porque aquél trata simplemente con la vida material de la sociedad. Recurren a él para sus necesidades físicas, mientras que aquí acuden a un instructor para llenar sus necesidades psicológicas. Ahora bien, ¿qué entendemos por la palabra necesidad? Yo necesito la luz del Sol, necesito alimento, ropa y un techo. ¿Necesito, de la misma manera, a un instructor espiritual? Para responder a esa pregunta debo descubrir quién ha creado esta terrible confusión en mí y alrededor de mí. Si soy responsable de la confusión, soy la única persona que puede aclararla, lo cual significa que debo comprenderme a mí mismo. Pero ustedes, por lo general, acuden a un instructor para que los saque de la confusión o les muestre el modo de hacerlo, indicándoles direcciones o diciéndoles cómo deben actuar para tal fin. O dicen: "Bueno, este mundo es falso, debo encontrar la verdad." Y el gurú o el instructor afirma: "Yo he encontrado la verdad"; de modo que acuden a él para compartir esa verdad. ¿Puede otro, por grande que sea, aclarar nuestra confusión? Esta confusión existe, ciertamente, en nuestras relaciones; por lo tanto, debemos comprender nuestra relación con otro, con la sociedad, con la propiedad, con las ideas, etc. ¿Puede alguien darnos esa comprensión? Lo que puede es señalar, mostrar, pero es uno mismo el que debe comprender su relación, el que debe comprender dónde se encuentra. ¿Les interesa esto? Mi dificultad radica en sentir que esto no les interesa, porque están aguardando que algún otro haga algo. Cuando formulan una pregunta, ¿perciben la importancia de escuchar la respuesta? ¿Acaso la vida no es importante para ustedes, no es algo vital, creativo, que debe ser comprendido? Ustedes escuchan para sentirse confirmados en su búsqueda de gurús o para fortalecer su propia convicción de que los gurús son esenciales. De esa manera no encontrarán la verdad al respecto. Podrán encontrar esa verdad descubriendo, en el propio corazón, por qué necesitan un gurú. Hay muchas cosas implicadas en esta cuestión. Muchos parecen pensar que la verdad es estática y que, por lo tanto, un gurú puede conducirlos a ella. Del mismo modo que alguien puede dirigirlos hacia la estación del tren, así piensan ustedes que un gurú puede dirigirlos hacia la verdad. Eso implica que la verdad es estática, pero ¿lo es? Les gustaría que lo fuera, porque lo estático es muy satisfactorio; al menos, uno sabe lo que es y puede aferrarse a ello. De modo que lo que ustedes buscan es, en realidad, satisfacción. Desean seguridad, desean la garantía de un gurú, que éste les diga: "Lo estás haciendo muy bien, continúa"; quieren que les brinde confortación mental, una palmadita emocional en la espalda. Así pues, acuden a un gurú. Y éste lo que en realidad hace invariablemente es gratificarlos. ¡Por eso hay tantos gurús! ¡Y tantos discípulos! Significa que ustedes no buscan realmente la verdad; anhelan satisfacción, y a la persona que les brinda la satisfacción mayor la llaman su gurú. Esa satisfacción puede ser o bien neurológica, es decir, física, o psicológica; y piensan que en presencia de su gurú sienten una gran paz, una gran quietud, la sensación de que son comprendidos. En otras palabras, ¡lo que desean es un padre o una madre glorificados que los ayuden a superar la dificultad! ¿Se han sentado alguna vez quietamente bajo un árbol? Allí también encontrarán una gran paz. ¡También sentirían que se los comprende! Dicho de otro modo, en presencia de una persona muy quieta, uno también se aquieta; y esta quietud la atribuyen ustedes al instructor. Entonces a él lo rodean con una guirnalda, y al sirviente de ustedes lo patean. De modo que cuando dicen que necesitan un gurú, en ello están implicadas seguramente todas estas cosas, ¿no es así? Y el gurú que les asegura un escape, ese gurú es el que se convierte para ustedes en su necesidad. Ahora bien, la confusión existe solamente en las relaciones; ¿por qué necesitamos que algún otro nos ayude a comprender esta confusión? Ustedes podrán decir ahora: "¿Qué es lo que usted está haciendo? ¿Acaso no actúa como nuestro gurú?" Por cierto, no actúo como el gurú de ustedes porque, en primer lugar, no les estoy ofreciendo ninguna gratificación, no les digo lo que deben hacer de instante en instante o de día en día. Sólo les señalo algo; pueden tomarlo o dejarlo. Depende de ustedes, no de mí. No les exijo nada, no me importan ni su reverencia ni sus halagos ni sus insultos. Digo que esto es así, tómenlo o déjenlo. Pero la mayoría de ustedes lo dejará, por la obvia razón de que no encontrará en ello gratificación alguna. No obstante, el hombre que es realmente sincero, serio en su intención de descubrir, encontrará suficiente materia de reflexión en lo que se está diciendo: que la confusión existe sólo en nuestras relaciones. Debemos, pues, comprender esas relaciones. Comprenderlas es estar atento a ellas, no evitarlas, sino ver todo el contenido de la relación. La verdad no se encuentra a lo lejos, la verdad está cerca; se encuentra bajo cada hoja, en cada sonrisa, en cada lágrima, en las palabras, en los sentimientos y pensamientos que uno tiene. Pero está tan cubierta que debemos ponerla al descubierto para verla. Ponerla al descubierto es descubrir lo falso; en el momento en que sabemos lo que es falso y cuando eso desaparece, la verdad está ahí. La verdad es, entonces, una cosa viviente de instante en instante; debe ser descubierta, no es para que se crea en ella ni se la cite ni se la formule. Para ver esa verdad, nuestra mente y nuestro corazón deben estar muy alerta y ser extremadamente flexibles. Pero muy pocos de nosotros, desafortunadamente, deseamos una mente alerta, rápida y flexible; lo que deseamos es adormecernos mediante mantras y rituales. ¡Nos adormecemos de tantas maneras! Obviamente, necesitamos cierto entorno, cierta atmósfera, cierta soledad; no la persecución o la evitación del aislamiento egoísta, sino cierta soledad creativa, en la cual hay plenitud de atención. Y esa soledad creativa, esa atención completa, existe sólo cuando uno está en un aprieto, cuando sus problemas son realmente intensos. Y si uno tiene un amigo, si tiene a alguien que puede ayudarlo, acude a él; pero tratarlo como el gurú de uno es, por cierto, inmaduro e infantil. Es como buscar amparo en las faldas de nuestra madre. Cuando estamos en alguna dificultad, todo nuestro instinto nos empuja a recurrir a alguien, a la madre, al padre, a un padre glorificado al que llamamos maestro o gurú. Pero si el gurú vale como tal, nos dirá que debemos comprendernos a nosotros mismos en la acción, la cual es relación. Por cierto, ustedes son mucho más importantes que el gurú, son mucho más importantes que yo, porque se trata de la vida de ustedes, de sus desdichas, sus conflictos, sus luchas. El gurú, o yo, o algún otro, puede que sea un ser humano libre, pero ¿qué valor tiene eso para ustedes? La veneración que profesamos al gurú es perjudicial para la comprensión de nosotros mismos. Y en esto hay un factor peculiar. Cuanto más respeto mostramos hacia una persona determinada, tanto menos respeto mostramos hacia los demás. Ustedes saludan profundamente a su gurú y patean a su subordinado. Por consiguiente, ese respeto muy poco significa. Éstos son todos hechos. Sé que a muchos probablemente no les gusta lo que se ha dicho, porque la mente de ustedes desea consuelo, ha sido muy golpeada. Está atrapada en tanta angustia, en tanto infortunio, que dice: "Por el amor de Dios, déme alguna esperanza, algún amparo." Sólo la mente en estado de desesperación puede encontrar la realidad. Una mente por completo descontenta es capaz de penetrar en la realidad; no así una mente satisfecha, respetable, cercada por creencias. De modo que sólo florecemos en la relación; florecemos en el amor, no en la contienda. Pero nuestros corazones están marchitos, los hemos llenado con las cosas de la mente; por eso recurrimos a otros para que llenen nuestras mentes con sus creaciones. Dado que carecemos de amor, tratamos de hallarlo con el instructor, con algún otro. El amor no es una cosa que pueda "encontrarse". Uno no puede comprarlo, no puede inmolarse para obtenerlo. El amor surge a la existencia sólo cuando el "yo" está ausente. Y en tanto estemos buscando gratificación, escapes, rehusando comprender nuestra confusión en las relaciones, no haremos sino acentuar el "yo" y, por ende, negaremos el amor. ¿Están siendo hipnotizados por mi voz y mis palabras? Seguramente, lo que he dicho debe ser muy perturbador para ustedes, ¿no es así? Si no los perturba, algo anda mal. Porque uno está atacando toda la estructura de su proceso del pensar, de sus cómodos comportamientos, y esa perturbación debe ser muy agotadora. Seamos muy claros acerca de lo que estamos intentando hacer ustedes y yo. Probablemente, casi todos dirán: "Yo conozco todo esto; Shankara, Buda, algún otro lo ha dicho." Esta afirmación indica que, habiendo leído superficialmente tanto, uno relega lo que se está diciendo a uno de los compartimientos de su mente y, con eso, lo descarta. Es un modo conveniente de desembarazarse de lo que han oído, lo cual implica que están escuchando meramente en el nivel verbal, sin captar la plenitud del contenido, porque eso crearía una perturbación.. No podemos tener paz sin una intensa exploración; y lo que ustedes y yo hacemos es explorar nuestras mentes y nuestros corazones, a fin de descubrir lo que es verdadero y lo que es falso. Y explorar es emplear energía, vitalidad; ¡debería ser físicamente tan agotador como excavar! Pero, desafortunadamente, muchos se han habituado a escuchar; muchos son tan sólo espectadores que disfrutan, observan lo que otro está actuando; en consecuencia, no están cansados. Los espectadores nunca están cansados, ¡lo cual demuestra que no participan en el juego! Ni ustedes son el espectador, ni yo soy el que actúa para ustedes. No están aquí para escuchar una canción. Lo que ustedes y yo estamos tratando de hacer es encontrar una canción en nuestros corazones; no estamos para escuchar la canción de otro. Muchas personas están habituadas a escuchar la canción de otro; por eso sus corazones están vacíos, y estarán siempre vacíos porque los llenan con la canción de otro. Esa canción no es de ustedes; entonces son meros gramófonos y cambian el disco de acuerdo con el humor del momento; no son los músicos. Y, especialmente en tiempos de grandes afanes e infortunios, cada uno de nosotros tiene que ser el músico; debemos deleitarnos con la canción, lo cual implica liberar, vaciar el corazón de las cosas con que lo ha llenado la mente. Tenemos, pues, que comprender las creaciones de la mente y ver la falsedad de tales creaciones. Entonces no llenaremos con ellas nuestro corazón. Entonces, cuando el corazón esta vacío —no lleno de cenizas— y la mente está quieta, hay una canción, la cual no puede ser destruida ni pervertida, porque no ha sido generada por la mente. 

INTERLOCUTOR: Usted dice que los gurús son innecesarios, pero ¿cómo puede uno encontrar la verdad sin la sabia ayuda y guía que sólo un gurú puede ofrecer? 

 Krishnamurti: La pregunta es si un gurú resulta necesario o no. ¿Puede uno encontrar la verdad por medio de otra persona? Algunos dicen que sí y algunos dicen 12 que no. Nosotros queremos saber la verdad al respecto, no mi opinión opuesta a la opinión de otro. Yo no tengo opinión alguna en esta cuestión. Si es esencial o no que ustedes tengan un gurú, no es un asunto de opinión, por profunda, erudita, popular o universal que sea. La verdad al respecto ha de ser encontrada de hecho por uno mismo. Ante todo, ¿por qué necesitaríamos un gurú? Decimos que lo necesitamos, porque estamos confundidos y el gurú es beneficioso. Él nos indicará qué es la verdad, nos ayudará a comprender, él sabe de la vida mucho más que nosotros, actuará como un padre, como un maestro para instruirnos en el vivir. Él posee una vasta experiencia y nosotros muy poca; él, gracias a su experiencia mayor, nos ayudará, y así sucesivamente. Es decir, ustedes acuden a un instructor fundamentalmente porque están confundidos. Si tuvieran claridad, no se acercarían a ninguno de ellos. Es obvio, si fueran profundamente felices, si no hubiera problemas, si comprendieran plenamente la vida, no acudirían a ningún gurú. Espero que vean lo que esto significa. A causa de que están ustedes confundidos, buscan un instructor. Acuden a él para que les dé un sistema de vida, para que les aclare la confusión que experimentan, para encontrar la verdad. Escogen a su gurú porque están confundidos y esperan que él les dará lo que piden. O sea, escogen a alguien que habrá de satisfacer lo que ustedes necesitan; lo escogen conforme a la satisfacción que les brindará, y la elección que hacen depende de la satisfacción a obtener. No escogen a un gurú que les dice que dependen de sí mismos. Lo escogen según los prejuicios de ustedes. Por lo tanto, puesto que escogen a su gurú conforme a la satisfacción que le ofrece, no están ustedes buscando la verdad sino un modo de salir de la confusión; y a esa salida para la confusión en que se encuentran la llaman equivocadamente "verdad". Examinemos primero esta idea de que un gurú puede aclarar nuestra confusión. ¿Puede algún otro aclarar nuestra confusión, que es el producto de nuestras reacciones, de nuestras respuestas internas? Nosotros la hemos creado. ¿Piensa usted que algún otro ha creado esta desdicha, esta batalla en todos los niveles de la existencia, internos y externos? Todo eso es el resultado de nuestra falta de conocimiento propio. Debido a que no nos comprendemos a nosotros mismos, con nuestros conflictos, nuestras reacciones, nuestras desdichas, acudimos a un gurú que, según suponemos, nos ayudará a librarnos de esa confusión. Sólo en la relación con el presente podemos comprendernos a nosotros mismos; y esa relación misma es el gurú; no es alguien de afuera. Si no comprendo esa relación, cualquier cosa que un gurú pueda decir es inútil, porque si no comprendo mi relación con la propiedad, con las personas, las ideas, ¿cómo puedo resolver el conflicto dentro de mí? Para resolver ese conflicto, yo mismo debo comprenderlo, lo cual implica que debo estar atento a mí mismo en la relación. Para estar atento, no se necesita ningún gurú. Si no me conozco a mí mismo, ¿de qué me sirve un gurú? Tal como escogen a un dirigente político aquellos que se debaten en la confusión —y, por lo tanto, es también confuso lo que escogen—, así escojo a un gurú. Puedo escogerlo sólo de acuerdo con mi confusión. En consecuencia, él, al igual que el dirigente político, está confundido. Lo que importa, pues, no es quién está en lo cierto, si estoy en lo cierto yo o aquellos que dicen que un gurú es necesario, sino averiguar por qué necesitan ustedes un gurú. Los gurús existen para explotaciones de distintas clases, pero eso no viene al caso. A ustedes les causa satisfacción que alguien les diga cómo están progresando. Pero la clave está en descubrir por qué necesitan un gurú. Otra persona puede señalarles el camino, pero son ustedes los que deben hacer todo el trabajo, aunque tengan un gurú. Debido a que no quieren afrontar eso, transfieren la responsabilidad al gurú. El gurú se vuelve inútil cuando hay una pizca de conocimiento propio. Ningún gurú, ningún libro, ninguna Escritura, pueden darnos el conocimiento de nosotros mismos; éste surge cuando uno está atento a sí mismo en la relación. Ser es estar relacionado. No comprender la 13 relación es sufrimiento, conflicto. Una de las causas de confusión es no estar conscientes de nuestra relación con la propiedad. Si uno no conoce su relación correcta con la propiedad, por fuerza tiene que haber conflicto, el cual incrementa el conflicto que impera en la sociedad. Si usted no comprende la relación entre usted mismo y su esposa, entre usted y su hijo, ¿cómo puede otra persona resolver el conflicto que surge de esa relación? Lo mismo ocurre con las ideas, las creencias y demás. Al estar confuso en su relación con la gente, con la propiedad y las ideas, va usted en busca de un gurú. Si él es un verdadero gurú, le dirá que se comprenda a sí mismo. Uno mismo es el origen de todo desacuerdo, de toda confusión; y ese conflicto puede resolverse únicamente cuando uno se comprende a sí mismo en la relación. Usted no puede encontrar la verdad por intermedio de ninguna otra persona. ¿Cómo podría? Por cierto, la verdad no es algo estático, no tiene morada fija; no es un propósito, una meta. Por el contrario, es algo viviente, dinámico, alerta, activo. ¿Cómo puede ser un propósito? Si la verdad es un punto fijo, ya no es más la verdad; es tan sólo una opinión. La verdad es lo desconocido, y una mente que anda en busca de la verdad jamás la encontrará. Porque la mente está compuesta de lo conocido, es producto del pasado, la consecuencia del tiempo; esto puede usted observarlo en sí mismo. La mente es el instrumento de lo conocido; de aquí que no pueda encontrar lo desconocido. Sólo puede moverse de lo conocido a lo conocido. Cuando la mente busca la verdad, la verdad acerca de la cual ha leído en los libros, esa "verdad" es autoproyectada, porque entonces la mente se limita a perseguir lo conocido, lo conocido nuevo que ella supone más satisfactorio que lo conocido anterior. Cuando la mente busca la verdad, está buscando su propia proyección, no la verdad. Al fin y al cabo, un ideal es algo autoproyectado; es ficticio, irreal. Lo real es "lo que es", no lo opuesto. Pero una mente que anda en busca de la realidad, en busca de Dios, está buscando lo conocido. Cuando usted piensa en Dios, su Dios es la proyección de su propio pensamiento, el resultado de las influencias sociales. Uno puede pensar tan sólo en lo conocido; no puede pensar en lo desconocido, no puede concentrarse en la verdad. En el momento en que piensa en lo desconocido, eso es tan sólo lo conocido que se proyecta a sí mismo. Por consiguiente, no es posible pensar en Dios o en la verdad. Si pensamos en la verdad, eso no es la verdad. No podemos buscar la verdad; ella llega a nosotros. Sólo podemos perseguir lo conocido. Cuando la mente no está torturada por lo conocido, por los efectos de lo conocido, únicamente entonces puede revelarse la verdad. La verdad sé encuentra en cada hoja, en cada lágrima; la verdad es para conocerse de instante en instante. Nadie puede conducirlo hacia la verdad; y si alguien lo conduce, sólo puede hacerlo hacia lo conocido.

dimarts, 4 de desembre del 2012

Astor Piazzolla & Roberto Goyeneche - Balada para un loco



Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste? Salís de tu casa, por Arenales. Lo de siempre: en la calle y en vos. . . Cuando, de repente, de atrás de un árbol, me aparezco yo. Mezcla rara de penúltimo linyera y de primer polizón en el viaje a Venus: medio melón en la cabeza, las rayas de la camisa pintadas en la piel, dos medias suelas clavadas en los pies, y una banderita de taxi libre levantada en cada mano. ¡Te reís!... Pero sólo vos me ves: porque los maniquíes me guiñan; los semáforos me dan tres luces celestes, y las naranjas del frutero de la esquina me tiran azahares. ¡Vení!, que así, medio bailando y medio volando, me saco el melón para saludarte, te regalo una banderita, y te digo...

Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
No ves que va la luna rodando por Callao;
que un corso de astronautas y niños, con un vals,
me baila alrededor... ¡Bailá! ¡Vení! ¡Volá!

Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
Yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión;
y a vos te vi tan triste... ¡Vení! ¡Volá! ¡Sentí!...
el loco berretín que tengo para vos:

¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Cuando anochezca en tu porteña soledad,
por la ribera de tu sábana vendré
con un poema y un trombón
a desvelarte el corazón.

¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Como un acróbata demente saltaré,
sobre el abismo de tu escote hasta sentir
que enloquecí tu corazón de libertad...
¡Ya vas a ver!

Salgamos a volar, querida mía;
subite a mi ilusión super-sport,
y vamos a correr por las cornisas
¡con una golondrina en el motor!

De Vieytes nos aplauden: "¡Viva! ¡Viva!",
los locos que inventaron el Amor;
y un ángel y un soldado y una niña
nos dan un valsecito bailador.

Nos sale a saludar la gente linda...
Y loco, pero tuyo, ¡qué sé yo!:
provoco campanarios con la risa,
y al fin, te miro, y canto a media voz:

Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Trepate a esta ternura de locos que hay en mí,
ponete esta peluca de alondras, ¡y volá!
¡Volá conmigo ya! ¡Vení, volá, vení!

Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Abrite los amores que vamos a intentar
la mágica locura total de revivir...
¡Vení, volá, vení! ¡Trai-lai-la-larará!

¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!
Loca ella y loco yo...
¡Locos! ¡Locos! ¡Locos!
¡Loca ella y loco yo!

Letra de Horacio Ferrer

Fina Garcia Marruz - el momento que más amo

Roberto Juarroz - Poesía Vertical

El amor empieza cuando se rompen
los dedos
y se dan vuelta las solapas del traje,
cuando ya no hace falta pero tampoco
sobra
la vejez de mirarse,
cuando la torre de los recuerdos, baja o
alta,
se agacha hasta la sangre.

El amor empieza cuando Dios termina
Y cuando el hombre cae,
mientras las cosas, demasiado eternas,
comienzan a gastarse,
y los signos, las bocas y los signos,
se muerden mutuamente en cualquier
parte.

El amor empieza
cuando la luz se agrieta como un
muerto disfrazado
sobre la soledad irremediable.

Porque el amor es simplemente eso:
la forma del comienzo
tercamente escondida
detrás de los finales.

---

El silencio que queda entre dos palabras
no es el mismo silencio que envuelve una cabeza cuando cae,
ni tampoco el que estampa la presencia del árbol
cuando se apaga el incendio vespertino del viento.

Así como cada voz tiene un timbre y una altura,
cada silencio tiene un registro y una profundidad.
El silencio de un hombre es distinto del silencio de otro
y no es lo mismo callar un nombre que callar otro nombre.

Existe un alfabeto del silencio,
pero no nos han enseñado a deletrearlo.
Sin embargo, la lectura del silencio es la única durable,
tal vez más que el lector.

Jabbo Smith's Rhythm Aces



Brahms Violin & Cello


Concerto for Violin and Cello in A minor, Op. 102 
&
Violin Concerto in D major, Op. 77 

Antología de aire - Poesía Recitada

Antología de aire es un programa conducido por Ingrid Pellicori y Susana Villalba, recorren los caminos poéticos de la producción argentina de todos los tiempos. También se aborda la poética latinoamericana y universal. 

Entrevistas, comentarios de libros, referencias a autores y, especialmente, lecturas de poemas forman parte de este programa que puede escucharse online 

(Haciendo clic en “programas anteriores” se accede a cada uno de los programas que se han emitido).

Escucarachar AQUÍ 



diumenge, 2 de desembre del 2012