dimecres, 26 de desembre del 2012
Ana Moura - Guarda-me a vida na Mão
Guarda-me a vida na mão
Guarda-me os olhos nos teus
Dentro desta solidão
Nem há presença de Deus
Como a queda dum sorriso
P’lo canto triste da boca
Neste vazio impreciso
Só a loucura me toca
Esperei por ti todas as horas
Frágil sombra olhando o cais
Mas mais triste que as demoras
É saber que não vens mais
Guarda-me os olhos nos teus
Dentro desta solidão
Nem há presença de Deus
Como a queda dum sorriso
P’lo canto triste da boca
Neste vazio impreciso
Só a loucura me toca
Esperei por ti todas as horas
Frágil sombra olhando o cais
Mas mais triste que as demoras
É saber que não vens mais
dimarts, 18 de desembre del 2012
dilluns, 17 de desembre del 2012
dissabte, 15 de desembre del 2012
divendres, 14 de desembre del 2012
dijous, 13 de desembre del 2012
dimecres, 12 de desembre del 2012
dimarts, 11 de desembre del 2012
dilluns, 10 de desembre del 2012
diumenge, 9 de desembre del 2012
Krishnamurti - Sobre la Verdad - Gurús
La mayoría de ustedes tiene, probablemente, alguna clase de instructor,
alguna clase de gurú, de guía, ya sea en los Himalayas o a la vuelta de la esquina.
Ahora bien, ¿por qué lo necesitan? No lo necesitan, evidentemente, para
propósitos materiales, a menos que les prometa un buen empleo para pasado
mañana. Se presume, pues, que lo necesitan para fines psicológicos. ¿Por que? Lo
necesitan, fundamentalmente, porque dicen: "Estoy confundido, no sé cómo vivir
en este mundo, las cosas son demasiado contradictorias. Hay confusión, desdicha,
muerte, las cosas declinan, degeneran, se desintegran; y yo necesito que alguien
me aconseje qué debo hacer." ¿Acaso no es por eso que necesitan un gurú, que
acuden a un gurú? Es obvio que sí. Estando confundidos, necesitan un instructor que
los ayude a aclarar la confusión, o más bien, que los ayude a resolverla. Así pues, la
necesidad de ustedes es psicológica. No consideran a su primer ministro como su
gurú, porque aquél trata simplemente con la vida material de la sociedad. Recurren
a él para sus necesidades físicas, mientras que aquí acuden a un instructor para
llenar sus necesidades psicológicas.
Ahora bien, ¿qué entendemos por la palabra necesidad? Yo necesito la luz del
Sol, necesito alimento, ropa y un techo. ¿Necesito, de la misma manera, a un
instructor espiritual? Para responder a esa pregunta debo descubrir quién ha
creado esta terrible confusión en mí y alrededor de mí. Si soy responsable de la
confusión, soy la única persona que puede aclararla, lo cual significa que debo
comprenderme a mí mismo. Pero ustedes, por lo general, acuden a un instructor
para que los saque de la confusión o les muestre el modo de hacerlo, indicándoles
direcciones o diciéndoles cómo deben actuar para tal fin. O dicen: "Bueno, este
mundo es falso, debo encontrar la verdad." Y el gurú o el instructor afirma: "Yo he
encontrado la verdad"; de modo que acuden a él para compartir esa verdad.
¿Puede otro, por grande que sea, aclarar nuestra confusión? Esta confusión
existe, ciertamente, en nuestras relaciones; por lo tanto, debemos comprender
nuestra relación con otro, con la sociedad, con la propiedad, con las ideas, etc.
¿Puede alguien darnos esa comprensión? Lo que puede es señalar, mostrar, pero es
uno mismo el que debe comprender su relación, el que debe comprender dónde se
encuentra.
¿Les interesa esto? Mi dificultad radica en sentir que esto no les interesa, porque
están aguardando que algún otro haga algo. Cuando formulan una pregunta,
¿perciben la importancia de escuchar la respuesta? ¿Acaso la vida no es importante
para ustedes, no es algo vital, creativo, que debe ser comprendido? Ustedes
escuchan para sentirse confirmados en su búsqueda de gurús o para fortalecer su
propia convicción de que los gurús son esenciales. De esa manera no encontrarán la
verdad al respecto. Podrán encontrar esa verdad descubriendo, en el propio corazón,
por qué necesitan un gurú.
Hay muchas cosas implicadas en esta cuestión. Muchos parecen pensar que
la verdad es estática y que, por lo tanto, un gurú puede conducirlos a ella. Del
mismo modo que alguien puede dirigirlos hacia la estación del tren, así piensan
ustedes que un gurú puede dirigirlos hacia la verdad. Eso implica que la verdad
es estática, pero ¿lo es? Les gustaría que lo fuera, porque lo estático es muy
satisfactorio; al menos, uno sabe lo que es y puede aferrarse a ello.
De modo que lo que ustedes buscan es, en realidad, satisfacción. Desean
seguridad, desean la garantía de un gurú, que éste les diga: "Lo estás haciendo
muy bien, continúa"; quieren que les brinde confortación mental, una palmadita
emocional en la espalda. Así pues, acuden a un gurú. Y éste lo que en realidad hace
invariablemente es gratificarlos. ¡Por eso hay tantos gurús! ¡Y tantos discípulos!
Significa que ustedes no buscan realmente la verdad; anhelan satisfacción, y a la
persona que les brinda la satisfacción mayor la llaman su gurú. Esa satisfacción
puede ser o bien neurológica, es decir, física, o psicológica; y piensan que en
presencia de su gurú sienten una gran paz, una gran quietud, la sensación de que
son comprendidos. En otras palabras, ¡lo que desean es un padre o una madre
glorificados que los ayuden a superar la dificultad!
¿Se han sentado alguna vez quietamente bajo un árbol? Allí también
encontrarán una gran paz. ¡También sentirían que se los comprende! Dicho de otro
modo, en presencia de una persona muy quieta, uno también se aquieta; y esta
quietud la atribuyen ustedes al instructor. Entonces a él lo rodean con una
guirnalda, y al sirviente de ustedes lo patean. De modo que cuando dicen que
necesitan un gurú, en ello están implicadas seguramente todas estas cosas, ¿no es
así? Y el gurú que les asegura un escape, ese gurú es el que se convierte para
ustedes en su necesidad.
Ahora bien, la confusión existe solamente en las relaciones; ¿por qué necesitamos
que algún otro nos ayude a comprender esta confusión? Ustedes podrán decir ahora:
"¿Qué es lo que usted está haciendo? ¿Acaso no actúa como nuestro gurú?" Por
cierto, no actúo como el gurú de ustedes porque, en primer lugar, no les estoy
ofreciendo ninguna gratificación, no les digo lo que deben hacer de instante en
instante o de día en día. Sólo les señalo algo; pueden tomarlo o dejarlo. Depende
de ustedes, no de mí. No les exijo nada, no me importan ni su reverencia ni sus
halagos ni sus insultos. Digo que esto es así, tómenlo o déjenlo. Pero la mayoría
de ustedes lo dejará, por la obvia razón de que no encontrará en ello gratificación
alguna. No obstante, el hombre que es realmente sincero, serio en su intención de
descubrir, encontrará suficiente materia de reflexión en lo que se está diciendo: que
la confusión existe sólo en nuestras relaciones. Debemos, pues, comprender esas
relaciones.
Comprenderlas es estar atento a ellas, no evitarlas, sino ver todo el contenido
de la relación. La verdad no se encuentra a lo lejos, la verdad está cerca; se
encuentra bajo cada hoja, en cada sonrisa, en cada lágrima, en las palabras, en
los sentimientos y pensamientos que uno tiene. Pero está tan cubierta que
debemos ponerla al descubierto para verla. Ponerla al descubierto es descubrir lo
falso; en el momento en que sabemos lo que es falso y cuando eso desaparece, la
verdad está ahí.
La verdad es, entonces, una cosa viviente de instante en instante; debe ser
descubierta, no es para que se crea en ella ni se la cite ni se la formule. Para ver
esa verdad, nuestra mente y nuestro corazón deben estar muy alerta y ser
extremadamente flexibles. Pero muy pocos de nosotros, desafortunadamente,
deseamos una mente alerta, rápida y flexible; lo que deseamos es adormecernos
mediante mantras y rituales. ¡Nos adormecemos de tantas maneras! Obviamente,
necesitamos cierto entorno, cierta atmósfera, cierta soledad; no la persecución o la
evitación del aislamiento egoísta, sino cierta soledad creativa, en la cual hay plenitud
de atención. Y esa soledad creativa, esa atención completa, existe sólo cuando uno
está en un aprieto, cuando sus problemas son realmente intensos. Y si uno tiene
un amigo, si tiene a alguien que puede ayudarlo, acude a él; pero tratarlo como
el gurú de uno es, por cierto, inmaduro e infantil. Es como buscar amparo en las
faldas de nuestra madre.
Cuando estamos en alguna dificultad, todo nuestro instinto nos empuja a
recurrir a alguien, a la madre, al padre, a un padre glorificado al que llamamos
maestro o gurú. Pero si el gurú vale como tal, nos dirá que debemos comprendernos
a nosotros mismos en la acción, la cual es relación. Por cierto, ustedes son mucho
más importantes que el gurú, son mucho más importantes que yo, porque se trata
de la vida de ustedes, de sus desdichas, sus conflictos, sus luchas. El gurú, o yo, o
algún otro, puede que sea un ser humano libre, pero ¿qué valor tiene eso para
ustedes? La veneración que profesamos al gurú es perjudicial para la comprensión de
nosotros mismos. Y en esto hay un factor peculiar. Cuanto más respeto mostramos
hacia una persona determinada, tanto menos respeto mostramos hacia los demás.
Ustedes saludan profundamente a su gurú y patean a su subordinado. Por
consiguiente, ese respeto muy poco significa. Éstos son todos hechos. Sé que a
muchos probablemente no les gusta lo que se ha dicho, porque la mente de ustedes
desea consuelo, ha sido muy golpeada. Está atrapada en tanta angustia, en tanto
infortunio, que dice: "Por el amor de Dios, déme alguna esperanza, algún amparo."
Sólo la mente en estado de desesperación puede encontrar la realidad. Una
mente por completo descontenta es capaz de penetrar en la realidad; no así una
mente satisfecha, respetable, cercada por creencias.
De modo que sólo florecemos en la relación; florecemos en el amor, no en la
contienda. Pero nuestros corazones están marchitos, los hemos llenado con las
cosas de la mente; por eso recurrimos a otros para que llenen nuestras mentes con
sus creaciones. Dado que carecemos de amor, tratamos de hallarlo con el
instructor, con algún otro. El amor no es una cosa que pueda "encontrarse". Uno
no puede comprarlo, no puede inmolarse para obtenerlo. El amor surge a la
existencia sólo cuando el "yo" está ausente. Y en tanto estemos buscando
gratificación, escapes, rehusando comprender nuestra confusión en las relaciones,
no haremos sino acentuar el "yo" y, por ende, negaremos el amor.
¿Están siendo hipnotizados por mi voz y mis palabras? Seguramente, lo que he
dicho debe ser muy perturbador para ustedes, ¿no es así? Si no los perturba, algo
anda mal. Porque uno está atacando toda la estructura de su proceso del pensar, de
sus cómodos comportamientos, y esa perturbación debe ser muy agotadora. Seamos
muy claros acerca de lo que estamos intentando hacer ustedes y yo.
Probablemente, casi todos dirán: "Yo conozco todo esto; Shankara, Buda, algún otro
lo ha dicho." Esta afirmación indica que, habiendo leído superficialmente tanto, uno
relega lo que se está diciendo a uno de los compartimientos de su mente y, con eso,
lo descarta. Es un modo conveniente de desembarazarse de lo que han oído, lo
cual implica que están escuchando meramente en el nivel verbal, sin captar la
plenitud del contenido, porque eso crearía una perturbación..
No podemos tener paz sin una intensa exploración; y lo que ustedes y yo
hacemos es explorar nuestras mentes y nuestros corazones, a fin de descubrir lo
que es verdadero y lo que es falso. Y explorar es emplear energía, vitalidad;
¡debería ser físicamente tan agotador como excavar! Pero, desafortunadamente,
muchos se han habituado a escuchar; muchos son tan sólo espectadores que
disfrutan, observan lo que otro está actuando; en consecuencia, no están cansados.
Los espectadores nunca están cansados, ¡lo cual demuestra que no participan en
el juego! Ni ustedes son el espectador, ni yo soy el que actúa para ustedes.
No están aquí para escuchar una canción. Lo que ustedes y yo estamos
tratando de hacer es encontrar una canción en nuestros corazones; no estamos para
escuchar la canción de otro. Muchas personas están habituadas a escuchar la
canción de otro; por eso sus corazones están vacíos, y estarán siempre vacíos
porque los llenan con la canción de otro. Esa canción no es de ustedes; entonces
son meros gramófonos y cambian el disco de acuerdo con el humor del momento; no
son los músicos. Y, especialmente en tiempos de grandes afanes e infortunios, cada
uno de nosotros tiene que ser el músico; debemos deleitarnos con la canción, lo
cual implica liberar, vaciar el corazón de las cosas con que lo ha llenado la mente.
Tenemos, pues, que comprender las creaciones de la mente y ver la falsedad de
tales creaciones. Entonces no llenaremos con ellas nuestro corazón. Entonces,
cuando el corazón esta vacío —no lleno de cenizas— y la mente está quieta, hay
una canción, la cual no puede ser destruida ni pervertida, porque no ha sido
generada por la mente.
INTERLOCUTOR: Usted dice que los gurús son innecesarios, pero ¿cómo puede uno
encontrar la verdad sin la sabia ayuda y guía que sólo un gurú puede ofrecer?
Krishnamurti: La pregunta es si un gurú resulta necesario o no. ¿Puede uno
encontrar la verdad por medio de otra persona? Algunos dicen que sí y algunos dicen
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que no. Nosotros queremos saber la verdad al respecto, no mi opinión opuesta a la
opinión de otro. Yo no tengo opinión alguna en esta cuestión. Si es esencial o no que
ustedes tengan un gurú, no es un asunto de opinión, por profunda, erudita, popular o
universal que sea. La verdad al respecto ha de ser encontrada de hecho por uno
mismo.
Ante todo, ¿por qué necesitaríamos un gurú? Decimos que lo necesitamos, porque
estamos confundidos y el gurú es beneficioso. Él nos indicará qué es la verdad, nos
ayudará a comprender, él sabe de la vida mucho más que nosotros, actuará
como un padre, como un maestro para instruirnos en el vivir. Él posee una vasta
experiencia y nosotros muy poca; él, gracias a su experiencia mayor, nos ayudará, y
así sucesivamente. Es decir, ustedes acuden a un instructor fundamentalmente porque
están confundidos. Si tuvieran claridad, no se acercarían a ninguno de ellos. Es obvio,
si fueran profundamente felices, si no hubiera problemas, si comprendieran
plenamente la vida, no acudirían a ningún gurú. Espero que vean lo que esto significa.
A causa de que están ustedes confundidos, buscan un instructor. Acuden a él para
que les dé un sistema de vida, para que les aclare la confusión que experimentan,
para encontrar la verdad. Escogen a su gurú porque están confundidos y esperan
que él les dará lo que piden. O sea, escogen a alguien que habrá de satisfacer lo
que ustedes necesitan; lo escogen conforme a la satisfacción que les brindará, y la
elección que hacen depende de la satisfacción a obtener. No escogen a un gurú que
les dice que dependen de sí mismos. Lo escogen según los prejuicios de ustedes.
Por lo tanto, puesto que escogen a su gurú conforme a la satisfacción que le
ofrece, no están ustedes buscando la verdad sino un modo de salir de la confusión; y
a esa salida para la confusión en que se encuentran la llaman equivocadamente
"verdad".
Examinemos primero esta idea de que un gurú puede aclarar nuestra confusión.
¿Puede algún otro aclarar nuestra confusión, que es el producto de nuestras
reacciones, de nuestras respuestas internas? Nosotros la hemos creado. ¿Piensa
usted que algún otro ha creado esta desdicha, esta batalla en todos los niveles de la
existencia, internos y externos? Todo eso es el resultado de nuestra falta de
conocimiento propio. Debido a que no nos comprendemos a nosotros mismos, con
nuestros conflictos, nuestras reacciones, nuestras desdichas, acudimos a un gurú
que, según suponemos, nos ayudará a librarnos de esa confusión. Sólo en la relación
con el presente podemos comprendernos a nosotros mismos; y esa relación misma
es el gurú; no es alguien de afuera. Si no comprendo esa relación, cualquier cosa
que un gurú pueda decir es inútil, porque si no comprendo mi relación con la
propiedad, con las personas, las ideas, ¿cómo puedo resolver el conflicto dentro
de mí? Para resolver ese conflicto, yo mismo debo comprenderlo, lo cual implica
que debo estar atento a mí mismo en la relación. Para estar atento, no se necesita
ningún gurú. Si no me conozco a mí mismo, ¿de qué me sirve un gurú? Tal como
escogen a un dirigente político aquellos que se debaten en la confusión —y, por lo
tanto, es también confuso lo que escogen—, así escojo a un gurú. Puedo escogerlo
sólo de acuerdo con mi confusión. En consecuencia, él, al igual que el dirigente
político, está confundido.
Lo que importa, pues, no es quién está en lo cierto, si estoy en lo cierto yo o
aquellos que dicen que un gurú es necesario, sino averiguar por qué necesitan
ustedes un gurú. Los gurús existen para explotaciones de distintas clases, pero
eso no viene al caso. A ustedes les causa satisfacción que alguien les diga cómo
están progresando. Pero la clave está en descubrir por qué necesitan un gurú. Otra
persona puede señalarles el camino, pero son ustedes los que deben hacer todo el
trabajo, aunque tengan un gurú. Debido a que no quieren afrontar eso,
transfieren la responsabilidad al gurú. El gurú se vuelve inútil cuando hay una
pizca de conocimiento propio. Ningún gurú, ningún libro, ninguna Escritura,
pueden darnos el conocimiento de nosotros mismos; éste surge cuando uno está
atento a sí mismo en la relación. Ser es estar relacionado. No comprender la
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relación es sufrimiento, conflicto.
Una de las causas de confusión es no estar conscientes de nuestra relación con la
propiedad. Si uno no conoce su relación correcta con la propiedad, por fuerza tiene
que haber conflicto, el cual incrementa el conflicto que impera en la sociedad. Si
usted no comprende la relación entre usted mismo y su esposa, entre usted y su
hijo, ¿cómo puede otra persona resolver el conflicto que surge de esa relación? Lo
mismo ocurre con las ideas, las creencias y demás. Al estar confuso en su relación
con la gente, con la propiedad y las ideas, va usted en busca de un gurú. Si él es un
verdadero gurú, le dirá que se comprenda a sí mismo. Uno mismo es el origen de
todo desacuerdo, de toda confusión; y ese conflicto puede resolverse
únicamente cuando uno se comprende a sí mismo en la relación.
Usted no puede encontrar la verdad por intermedio de ninguna otra persona.
¿Cómo podría? Por cierto, la verdad no es algo estático, no tiene morada fija; no
es un propósito, una meta. Por el contrario, es algo viviente, dinámico, alerta,
activo. ¿Cómo puede ser un propósito? Si la verdad es un punto fijo, ya no es más
la verdad; es tan sólo una opinión. La verdad es lo desconocido, y una mente que
anda en busca de la verdad jamás la encontrará. Porque la mente está
compuesta de lo conocido, es producto del pasado, la consecuencia del
tiempo; esto puede usted observarlo en sí mismo.
La mente es el instrumento de lo conocido; de aquí que no pueda encontrar
lo desconocido. Sólo puede moverse de lo conocido a lo conocido. Cuando la
mente busca la verdad, la verdad acerca de la cual ha leído en los libros, esa
"verdad" es autoproyectada, porque entonces la mente se limita a perseguir lo
conocido, lo conocido nuevo que ella supone más satisfactorio que lo conocido
anterior. Cuando la mente busca la verdad, está buscando su propia
proyección, no la verdad. Al fin y al cabo, un ideal es algo autoproyectado; es
ficticio, irreal. Lo real es "lo que es", no lo opuesto. Pero una mente que anda en
busca de la realidad, en busca de Dios, está buscando lo conocido. Cuando usted
piensa en Dios, su Dios es la proyección de su propio pensamiento, el resultado de
las influencias sociales. Uno puede pensar tan sólo en lo conocido; no puede
pensar en lo desconocido, no puede concentrarse en la verdad. En el momento
en que piensa en lo desconocido, eso es tan sólo lo conocido que se proyecta a sí
mismo. Por consiguiente, no es posible pensar en Dios o en la verdad. Si
pensamos en la verdad, eso no es la verdad. No podemos buscar la verdad; ella
llega a nosotros. Sólo podemos perseguir lo conocido. Cuando la mente no está
torturada por lo conocido, por los efectos de lo conocido, únicamente entonces
puede revelarse la verdad. La verdad sé encuentra en cada hoja, en cada lágrima; la
verdad es para conocerse de instante en instante. Nadie puede conducirlo hacia la
verdad; y si alguien lo conduce, sólo puede hacerlo hacia lo conocido.
dimarts, 4 de desembre del 2012
Astor Piazzolla & Roberto Goyeneche - Balada para un loco
Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste? Salís de tu casa, por Arenales. Lo de siempre: en la calle y en vos. . . Cuando, de repente, de atrás de un árbol, me aparezco yo. Mezcla rara de penúltimo linyera y de primer polizón en el viaje a Venus: medio melón en la cabeza, las rayas de la camisa pintadas en la piel, dos medias suelas clavadas en los pies, y una banderita de taxi libre levantada en cada mano. ¡Te reís!... Pero sólo vos me ves: porque los maniquíes me guiñan; los semáforos me dan tres luces celestes, y las naranjas del frutero de la esquina me tiran azahares. ¡Vení!, que así, medio bailando y medio volando, me saco el melón para saludarte, te regalo una banderita, y te digo...
Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
No ves que va la luna rodando por Callao;
que un corso de astronautas y niños, con un vals,
me baila alrededor... ¡Bailá! ¡Vení! ¡Volá!
Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
Yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión;
y a vos te vi tan triste... ¡Vení! ¡Volá! ¡Sentí!...
el loco berretín que tengo para vos:
¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Cuando anochezca en tu porteña soledad,
por la ribera de tu sábana vendré
con un poema y un trombón
a desvelarte el corazón.
¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Como un acróbata demente saltaré,
sobre el abismo de tu escote hasta sentir
que enloquecí tu corazón de libertad...
¡Ya vas a ver!
Salgamos a volar, querida mía;
subite a mi ilusión super-sport,
y vamos a correr por las cornisas
¡con una golondrina en el motor!
De Vieytes nos aplauden: "¡Viva! ¡Viva!",
los locos que inventaron el Amor;
y un ángel y un soldado y una niña
nos dan un valsecito bailador.
Nos sale a saludar la gente linda...
Y loco, pero tuyo, ¡qué sé yo!:
provoco campanarios con la risa,
y al fin, te miro, y canto a media voz:
Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Trepate a esta ternura de locos que hay en mí,
ponete esta peluca de alondras, ¡y volá!
¡Volá conmigo ya! ¡Vení, volá, vení!
Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Abrite los amores que vamos a intentar
la mágica locura total de revivir...
¡Vení, volá, vení! ¡Trai-lai-la-larará!
¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!
Loca ella y loco yo...
¡Locos! ¡Locos! ¡Locos!
¡Loca ella y loco yo!
Letra de Horacio Ferrer
Roberto Juarroz - Poesía Vertical
El amor empieza cuando se rompen
los dedos
y se dan vuelta
las solapas del traje,
cuando ya no hace
falta pero tampoco
sobra
la vejez de
mirarse,
cuando la torre de
los recuerdos, baja o
alta,
se agacha hasta la
sangre.
El amor empieza
cuando Dios termina
Y cuando el hombre
cae,
mientras las
cosas, demasiado eternas,
comienzan a
gastarse,
y los signos, las
bocas y los signos,
se muerden
mutuamente en cualquier
parte.
El amor empieza
cuando la luz se
agrieta como un
muerto disfrazado
sobre la soledad
irremediable.
Porque el amor es
simplemente eso:
la forma del
comienzo
tercamente
escondida
detrás de los
finales.
---
El silencio que
queda entre dos palabras
no es el mismo
silencio que envuelve una cabeza cuando cae,
ni tampoco el que
estampa la presencia del árbol
cuando se apaga el
incendio vespertino del viento.
Así como cada voz
tiene un timbre y una altura,
cada silencio
tiene un registro y una profundidad.
El silencio de un
hombre es distinto del silencio de otro
y no es lo mismo
callar un nombre que callar otro nombre.
Existe un alfabeto
del silencio,
pero no nos han
enseñado a deletrearlo.
Sin embargo, la
lectura del silencio es la única durable,
tal vez más que el
lector.
Brahms Violin & Cello
Concerto for Violin and Cello in A minor, Op. 102
&
Violin Concerto in D major, Op. 77
Antología de aire - Poesía Recitada
Antología de aire es un programa conducido por Ingrid Pellicori y Susana Villalba, recorren los caminos poéticos de la producción argentina de todos los tiempos. También se aborda la poética latinoamericana y universal.
Entrevistas, comentarios de libros, referencias a autores y, especialmente, lecturas de poemas forman parte de este programa que puede escucharse online
(Haciendo clic en “programas anteriores” se accede a cada uno de los programas que se han emitido).
Escucarachar AQUÍ
dilluns, 3 de desembre del 2012
diumenge, 2 de desembre del 2012
divendres, 30 de novembre del 2012
dijous, 29 de novembre del 2012
dimarts, 27 de novembre del 2012
dissabte, 24 de novembre del 2012
Beethoven - Piano Sonatas - Richard Goode
Sonata No. 18 in E-flat major, Op. 31, No. 3 'The Hunt'
Sonata No. 2 in A major, Op. 2, No. 2
Sonata No. 13 in E-flat major, Op. 27, No. 1, 'Quasi una fantasia'
Sonata No. 14 in C-sharp minor, Op. 27, No. 2, 'Moonlight'
dijous, 22 de novembre del 2012
Les pêcheurs de perles - Georges Bizet
Nicolai Gedda, Ernest Blanc,
Janine Micheau, Jacques Mars
Janine Micheau, Jacques Mars
Orchestra e Coro dell'Opéra-Comique - Pierre Dervaux
dimecres, 21 de novembre del 2012
Amar las preguntas mismas - W. Giegerich
"Hay veces y hay temas en los que el ego tiene que callar. Y cualquiera que quisiera entender lo que posiblemente quiere decir esta sentencia nunca lo encontrará si se vuelve a los demás, o por ejemplo a mi, en busca de una explicación. No, para lograr un entendimiento uno no tiene que volverse a otra cosa sino a la terrible idea misma... y volverse a la calma y a la soledad del pensamiento, el pensamiento del corazón, con la paciencia de ser capaz de esperar."
En el mismo artículo:
RH: ¿Qué le diría a aquellos que dicen "No puedo entender lo que Wolfgang está diciendo. ¿Por qué no escribe de una manera más simple, más fácil de entenderle?"?
WG: Una de las posibilidades sería responderles citando lo que dijo Jung acerca de su propia obra: "De hecho, era mi intención escribir de tal modo que los necios se asustaran y que sólo los verdaderos estudiosos y buscadores disfrutaran de su lectura"—pero eso no sería verdad en mi caso, porque intento escribir lo más claramente que puedo, empero, sin achatar los problemas a discutir hasta perder de vista sus complejidades internas. El problema no es precisamente uno de articulación.
Más bien, el problema es que esa gente que usted tiene en mente parece esperar que lo que ellos lean debiera ser inmediatamente comprensible para ellos. ¡Qué raro! Una expectativa característica de la era fast food y de los fragmentos de sonido de un sólo minuto. Gente sin energía. Su demanda de gratificación inmediata significa, psicológicamente, dos cosas. Primero, que lo que quieren de una experiencia de lectura es la confirmación y estabilización de su mentalidad común, o expresado negativamente, que no haya ningún esfuerzo en el plano de la mente, ningún trabajo duro, ningún darle la vuelta a un tema, ninguna labor con el concepto. Pero en psicología estamos en el campo de la interioridad, donde no es cuestión de meramente obtener nuevo input, un nuevo vino en las mismas viejas botellas, un mero descargarse información. La lectura psicológica esencialmente lo implica a uno e implica al Sujeto [Self] en uno. Apunta primordialmente a una transformación de las viejas botellas, es decir, a un elevar la estructura misma de la propia mente a niveles más altos de diferenciación.
En segundo lugar, su demanda significa que su teoría acerca de entender es que ellos (como ego) tienen que ser los que deben entender. Pero en psicología no es en absoluto cuestión de nuestro entendimiento. Lo que cuenta es sólo lo que el alma entiende.
En mis ratos libres de lectura, sólo he leído libros que no entendía. ¿Por qué me voy a preocupar con textos que ya entiendo a primera vista? Lo que me podrían traer estaría tan cercano a donde ya estoy que difícilmente valdría la pena que gaste mi tiempo con esas lecturas. Pero cuando leo aquellos libros difíciles, albergo dentro lo no entendido y vivo con ello, quedo preñado por ello, con frecuencia por muchos años, hasta que acaso, después de un largo tiempo, su significado se abre él mismo hacia mi por su propio acuerdo.
En este contexto, hay dos citas que valoro mucho. La primera es del Nuevo Testamento: "Pero Maria preservó todas estas cosas [que habían sido dichas], meditándolas en su corazón" (Lucas 2:19). En esta frase "preservó" significa contuvo, guardó, mantuvo a salvo como si fuera un tesoro. Esta frase casi se podría considerar una receta para una lectura con alma. La otra cita es de Rilke, en Cartas a un joven poeta: "Me gustaría suplicarle... que tenga paciencia con todo lo que aún no está resuelto en su corazón y que trate de amar las preguntas mismas como si fueran cuartos cerrados o libros escritos en un lenguaje extranjero... Viva ahora las preguntas. Quizás entonces, algún día lejano en el futuro, gradualmente, sin siquiera advertirlo, viva su propio camino en las respuestas" (16 de julio, 1903). No hay prisa. El entendimiento de uno puede esperar. Tiene todo el tiempo del mundo. Los alquimistas decían: "es en tu paciencia que obtienes tu alma" (Lucas 21:19). De modo que la cuestión aquí es: entendimiento inmediato—o—llevar lo no entendido a pleno término, y así posiblemente, vivir en la respuesta, en la comprensión.
Detrás de esta diferencia hay otra, más profunda. Mi incomprensión, el alma en mi ¿ha prendido fuego por lo que he leído, aunque no lo haya entendido—o no lo ha hecho? Sólo si se enciende este tipo de pasión acerca de lo que hay en lo incomprendido—en otras palabras, sólo si el alma realmente ha entendido que ésto es algo precioso que simplemente necesita entenderse—yo puedo en primer lugar "preservar todas estas cosas y meditarlas en mi corazón". La cuestión aquí, para un enfoque psicológico, es que se sepa que la pregunta o lo incomprendido tiene todo lo que necesita dentro suyo, incluso su misma solución. Es ya la solución desde el comienzo (o de lo contrario no estaríamos tratando con una cuestión del alma en primer lugar, sino tan sólo con un problema técnico). La solución o la respuesta no es una segunda cosa, una nueva adición.
Al principio simplemente no podemos ver la cuestión como la solución porque aún la miramos desde fuera (mi entras que el alma ya ha comprendido). Vivir en la respuesta, por lo tanto, significaría nada más ni nada menos, que nuestra capacidad de estar totalmente interiorizados en la pregunta."
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Amar las preguntas mismas, Giegerich
Acteón y Artemisa: La representación pictórica de la noción y la interpretación (psico-) lógica del mito - Wolfgang Giegerich
"Puede resumirse el mito de Acteón y Artemisa, según lo narra Ovidio en sus Metamorfosis, de la siguiente manera: Acteón es un joven que se prepara para ir de caza y que se encuentra con la Diosa Artemisa (Diana) mientras ella se bañaba con sus ninfas. Mientras Artemisa, de acuerdo a Ovidio (Metamorfosis, III), "se estaba bañando allí en la piscina familiar, el sobrino de Cadmo, habiendo acabado su trabajo, andando con pasos inciertos a través del bosque desconocido, se encontró en el bosquecillo sagrado—una obra del destino. Tan pronto como se acercó a la gruta, humedecido por los arroyos, las ninfas a su vista se golpearon sus pechos, ya que estaban desnudas, y llenaron la gruta con sus gritos. Entonces entrelazaron sus cuerpos en círculo alrededor de Diana. Pero la Diosa era más alta que ellas, y permaneció con la cabeza y los hombros por arriba de todas ellas. ... Tomó agua y empapó el rostro masculino y salpicó su cabello con la humedad vengativa. ... Y sobre la cabeza humedecida le hizo crecer los cuernos de un viejo ciervo". (99) Transformado ahora en ciervo, Acteón ya no fue reconocido como el amo de sus propios perros de caza. Se volvieron contra él y lo desgarraron. (p. 105)"
(...)
"...lo que escuchamos sobre las grandes expediciones de caza mayor del tipo batida en la antigua China es notable. Un comentador en un pasaje del I Ching respecto a estas cazas afirma: "Cuando se completa la batida, y los tiradores están pr eparados para comenzar, un lado del encierre donde la presa había sido conducida se dejaba abierto y sin control". (198) Como nos informa el mismo texto del I Ching, el rey hacía que sus sirvientes batieran solo en tres lados, permitiendo que la presa o el rebaño se volviera hacia el lado no controlado para escapar. Los reyes antiguos obviamente sentían la necesidad de no encerrar inescapablemente a la presa, ¡y esto incluso con un tipo de caza que operaba con batidores y encierre! Se suponía que los animales tenían una oportunidad real. Tenía que preservarse algún tipo de apertura. La eficiencia total no era a lo que se aspiraba. Ésta magnanimidad verdaderamente real de los antiguos reyes chinos hecha luz sobre el "barbarismo" de nuestra cultura tecnológica con su culto implacable a la "eficiencia" (la explotación de las selvas húmedas, la pesca industrializada a gran escala en los océanos, el minar una tonelada de montaña para obtener tres gramos de oro, por mencionar tan sólo tres ejemplos evidentes, a los cuales por supuesto, en un libro de psicología, hay que agregar el nuevo culto a la "eficiencia" en la psicoterapia)."
(...)
"la cuestión sobre la imagen de lo salvaje es que la psicología transgrede y entra en lo agreste primordial en el momento en que acepta sin reservas la cuestión de la verdad. En el mismo momento en que está dispuesta a enfrentar honestamente esta cuestión, ha abandonado los confines seguros del mundo cercado civilizado y ha violado la ley no escrita de la modernidad que prohíbe la cuestión de la verdad bajo todo tipo de precauciones metodológicas y advertencias en contra de la hybris humana. Pero lo que se presenta como la humilde intuición de nuestras "limitaciones humanas" y de la "naturaleza finita de la existencia humana" es en verdad un mandamiento. Es la prohibición de abandonar el reino cercado de lo humano-demasiado-humano. Aventurarse en lo agreste significa precisamente dejar atrás lo humano-demasiado-humano y el dogma de la naturaleza meramente finita del hombre. Significa nada menos que transgredir y adentrarse en "la infinidad", en "la eternidad", en la esfera de lo absoluto. Significa encarar "el todo" o mirar la vida y vivirla como "el hombre entero". ¿Qué otro significado podría tener el término agreste, lo salvaje? ¿Emborracharse? ¿Drogarse? ¿Flipar, o cualquier otro tipo de salvajismo literal? Cualquier otro movimiento que no cruce efectivamente hacia la infinidad no abandona realmente el mundo domesticado. El dogma de la naturaleza meramente finita de nuestra existencia es la cerca que ponemos alrededor nuestro, y al escondernos tras ella, creamos la esfera lógicamente (no necesariamente fácticamente) segura y confortable de la vida común que por definición está protegida de lo agreste. Verdad, lo absoluto, infinidad: aquí es donde comienza lo crudo, lo no cocinado, lo no preparado. Aquí es donde yace nuestra frontera. A fin de aventurarme en lo salvaje, no tengo que ir a la selva brasileña o escalar las montañas más altas o practicar puenting. No necesito unirme al esoterismo New Age. No tengo que tomar drogas psicodélicas. Puedo permanecer exactamente donde estoy, en mi situación real. Todas las cosas mencionadas que podría hacer nunca me sacarían de ese mundo del cual se ha dicho adecuadamente que su frontera está cerrada. Y se cierra más y más cada día. Y tales experiencias extremas, sensacionales, sólo contribuyen a su ulterior cierre. Pero mientras la frontera se cierra, una nueva frontera, nuestra frontera de hoy, se está abriendo."
(...)
"Nuestra psicología está tan degenerada que ha reemplazado el conocimiento acerca de esta necesidad por parte del alma con la idea equivocada, y a la vez inflada, de que nosotros debiéramos conocernos a nosotros mismos. (214) Nosotros como gente, domesticados, positivizados: auto-observación narcisista e introspección. Ese es un modo de huir del alma, de engañarla presentándole algo que sólo parece ser lo que en verdad necesita, es decir "auto-cognición", pero que en realidad ofrece otra cosa, porque el ego usurpa el lugar que efectivamente le correspondería al alma (tanto como el sujeto y el objeto del auto-conocimiento), así el alma se deja fuera. Es un truco astuto: se retiene la idea de auto-conocimiento, pero se hace que "auto" se refiera a "mí-mismo" en lugar de referirse al alma (conociéndose a sí) misma. No liberamos al "auto" en la palabra "auto-conocimiento", sino que se lo ata al ego. Se lo mantiene con una correa. El tipo de "conocimiento" del que ahora hablamos ya no tiene nada que ver con un encuentro con la verdad desnuda. Más bien es un emprendimiento sensato y útil, aunque más bien banal, o bien es el auto-embrollo narcisista e inflado que ya mencioné. En ambos casos, sólo puede ocurrir fuera de lo agreste infinito del bosque primordial. La verdad es en última instancia lo reprimido."
(...)
"Sin la cuestión de la verdad, la psicología junguiana tenía que corromperse hasta llegar a ser un sala de juegos de la mente administrativa, de los pragmatistas, de meros administradores de los desórdenes psíquicos o del "crecimiento" psíquico (si bien con un disfraz religioso o humanitario, o, para el caso, incluso con un disfraz "poético"). Sin un compromiso con la idea de verdad como estándar, "el poder del pensamiento" es una frase sin sentido. Y sin ello, la psicología no tiene oportunidad."
Traducción de Enrique Eskenazi y Alejandro Bica
dimarts, 20 de novembre del 2012
dilluns, 19 de novembre del 2012
Damia - Chantez pour moi, les violins
Je revois encore
Le tendre décor
De nos rendez-vous d'amour
Et c'est malgré moi
Que j'entends ta voix
Murmurant ses beaux discours
Et pour bercer cette obsession
J'écoute avec passion
Les violons
Chante pour moi
Violon aux accents troublants
Berçant l'émoi
De tous mes chers tourments
Chante toujours
Endormant au fond de mon cœur
De mes amours
La douleur
En fermant les yeux
Je voudrais retrouver
Les moments joyeux
De mon tendre passé
Effacé
Va, chante encore!
Ton adorable mélodie
À mon cœur porte l'oubli
Chante pour moi
Berce ma douleur
Pour étouffer mes sanglots et tout mon remords
Chante toujours, chante encore
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